La nueva versión de “Snow White”, protagonizada por Rachel Zegler, cerró su recorrido en cines con solo 205,5 millones de dólares a nivel global, muy por debajo de los 410 millones invertidos en su producción. Se trata del peor desempeño para un remake de Disney en la última década, marcado por controversias y rechazo del público.

La película fue objeto de críticas desde antes de su estreno, especialmente por los comentarios de Zegler, quien declaró que su Blancanieves no soñaría con el amor verdadero, sino con ser una líder política. Estas declaraciones, sumadas a ataques en redes sociales contra simpatizantes de Trump, intensificaron el rechazo y llevaron a Disney a reducir la promoción y a vigilar las publicaciones de la actriz.
El estudio también enfrentó críticas por reemplazar a los siete enanitos con criaturas generadas por computadora, tras las objeciones del actor Peter Dinklage. La polémica llevó incluso a cancelar el desarrollo de otros remakes, como el de “Tangled”.
No solo “Snow White” ha generado controversia. El remake de “Lilo & Stitch” cambió el mensaje “Ohana es familia” por “Ohana es acogida”, lo que fue visto como un intento de normalizar el control gubernamental sobre la crianza. Además, la decisión de que Nani entregue la custodia de Lilo al Estado ha sido duramente criticada por los fans originales.
Ambos remakes han sido acusados de distorsionar historias clásicas para promover agendas ideológicas. Los cambios en los personajes, el enfoque en mensajes políticos y la alteración de valores tradicionales han alienado a parte de la audiencia, que percibe estos contenidos más como adoctrinamiento que entretenimiento.
Aunque algunos analistas señalan que el fracaso de “Snow White” no se debe solo a la polémica “woke”, sino también a una desconexión general con el público y malas críticas, la tendencia es clara: las adaptaciones que se alejan de los valores originales no logran el mismo éxito ni la aceptación de generaciones anteriores.
El descontento ha sido tal que Disney ha pausado nuevos proyectos y enfrenta una pérdida de confianza entre sus seguidores más fieles. La reacción negativa se refleja en redes sociales, donde muchos piden volver al respeto por las historias y valores que hicieron grandes a estos clásicos.
La Biblia enseña que la familia, la verdad y la integridad son pilares fundamentales para la sociedad. Cuando se distorsionan valores esenciales en nombre de agendas pasajeras, se corre el riesgo de perder el propósito y el impacto positivo del arte y el entretenimiento.
Para los creyentes, estos acontecimientos son un llamado a discernir lo que consumen y a buscar contenidos que edifiquen, inspiren y respeten los principios eternos. El arte tiene poder para transformar, pero solo cuando se fundamenta en la verdad y el amor genuino.
La crisis de Disney evidencia que el público anhela historias auténticas, con valores sólidos y sin imposiciones ideológicas. El éxito duradero solo se alcanza cuando se honra la verdad y se respeta la esencia de los relatos que han marcado generaciones.